Las ideas de Peter Drucker, por el contrario, centraron su atención en una nueva clase de trabajador: el del conocimiento. Las necesidades de conocimiento de éste son mucho mayores y sus destrezas manuales, en la mayoría de los casos, son más bien escasas. Esto, sin duda, responde a las realidades que cada uno de estos investigadores enfrentó.
El trabajador del conocimiento lo encontramos en cualquier tarea que hoy se lleve a cabo, sin importar su naturaleza u objetivo. Esto nos recuerda que en ocasiones pensamos erróneamente al suponer que el "trabajador del conocimiento" es sólo aquel que trabaja con información de algún tipo, manipulándola, gestionándola, sistematizándola, haciéndola accesible a alguien más para que sea ese alguien -un usuario- quien se encargue de convertirla en conocimiento. Este es un concepto que conservamos quienes efectivamente trabajamos de esa forma. Una vez aclarado esto por Drucker, podemos considerar otro elemento para comprenderlo mejor: la diferencia entre técnica y tecnología.
Entendemos por técnica "un conjunto de habilidades y conocimientos que sirven para resolver problemas prácticos"1. Mientras tanto, por tecnología "el conjunto de conocimientos de base científica que permiten describir, explicar, diseñar y aplicar soluciones técnicas a problemas prácticos de forma sistemática y racional"1. La diferencia es notoria.
Aunque podemos decir que la aplicación de la técnica se queda en la superficie en cuanto a la solución de un problema -se conforma con solucionarlo: ¿CÓMO debo hacer mi tarea?-, la tecnología va más allá y trata de explicar el problema por resolver y trata al mismo tiempo de diseñar una solución adecuada -¿CUÁL es la tarea?-. Entonces, la técnica usa las soluciones ideadas por la tecnología. Ahora, ambos tipos de trabajadores -quienes usan técnica y quienes hacen tecnología-, utilizan también conocimiento, según las definiciones que se han incluido arriba. Podemos decir, sin embargo, que unos usan más conocimiento que otros (?) o que lo usan en niveles diferentes (?) según las situaciones enfrentadas. ¿Podríamos decir también que esas diferencias responden a la formación recibida? ¿O a estereotipos y prejuicios existentes? Sí. ¿Debe un técnico limitarse solamente a serlo? No. Es viable y necesario que los técnicos también sean tecnólogos. El incesante flujo y creación de conocimiento de nuestra sociedad lo exige. En cualquier parte, en cualquier individuo, hay ideas, hay conocimiento, hay observación y soluciones; no puede ser el monopolio de solo algunos.
En una sociedad tecnológica más que técnica, el trabajo mejor valorado y apreciado es el del tecnólogo y el científico, el de aquel que explica y entiende un fenómeno y diseña una solución. Un debate de larga data en nuestra disciplina es: ¿somos los bibliotecólogos y los archivistas tecnólogos y científicos, o técnicos? Me parece que, como también lo señalé arriba, de igual forma que ocurre en cualquier disciplina, somos tanto tecnólogos y científicos como técnicos; quienes explican fenómenos que nos atañen y diseñan las soluciones oportunas, para que otros las apliquemos en las circunstancias adecuadas.
Me ha llamado la atención este tema de la técnica y la tecnología desde hace algún tiempo, porque me pregunto cómo nos ven desde otras perspectivas. Nuestra investigación aún es escasa, trasciende poco y a veces no trasciende; aunque reconocemos el impacto que tiene en la sociedad y en las organizaciones, se sigue ignorando esa realidad... En fin, la misma problemática que ya conocemos.
Es bueno meditar siempre sobre estos temas para no olvidarnos del largo camino que aún nos queda por recorrer entre la técnica y la tecnología, y viceversa.
Carlos E. Granados Molina
1. QUINTANILLA, MA. Técnica y cultura. Salamanca (ES) : Universidad de Salamanca, Departamento de Filosofía, Lógica y Filosofía de la Ciencia, 1998. 19 p.
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