lunes, 17 de noviembre de 2008

La vida después de Bill Gates


Los planes de Microsoft y de su creador, el rol de Google y los vertiginosos avances tecnológicos que seguirán cambiando la forma en que nos comunicamos

¿Quo vadis, Microsoft? La clásica pregunta latina tiene sentido para la empresa que fabrica el sistema operativo Windows, instalado en el 90% de las computadoras del mundo, luego de una partida de la que tanto se habló, la de Bill Gates, la cara pública de esta compañía que el año pasado facturó 51.122 millones de dólares y ganó 14.000 millones.

La manera en que Microsoft afronte su destino es uno de los grandes interrogantes de la industria de las tecnologías de la información y la comunicación, y que tendrá su repercusión en los usuarios.

¿Tiene la empresa creadora del paquete de software de oficina Office, la dueña del servicio de mensajería MSN Messenger, del correo electrónico Hotmail, de la consola de juegos Xbox, las fortalezas necesarias para enfrentar los desafíos que le plantean Google, el líder de Internet, y el movimiento del software libre? ¿Cuáles fueron los aciertos y los errores de Gates? ¿Podrá mantener Microsoft sin su máxima figura la posición de influencia que tiene en la industria tecnológica? ¿O deberá recurrir al hombre que dejó Harvard cuando tenía 20 años para fundar la compañía en 1975 junto con Paul Allen? ¿Habrá vida para Microsoft después de la partida de William Henry Gates III, tal el nombre real del tercer hombre más rico del mundo?

¿Tiene la empresa creadora del paquete de software de oficina Office, la dueña del servicio de mensajería MSN Messenger, del correo electrónico Hotmail, de la consola de juegos Xbox, las fortalezas necesarias para enfrentar los desafíos que le plantean Google, el líder de Internet, y el movimiento del software libre? ¿Cuáles fueron los aciertos y los errores de Gates? ¿Podrá mantener Microsoft sin su máxima figura la posición de influencia que tiene en la industria tecnológica? ¿O deberá recurrir al hombre que dejó Harvard cuando tenía 20 años para fundar la compañía en 1975 junto con Paul Allen? ¿Habrá vida para Microsoft después de la partida de William Henry Gates III, tal el nombre real del tercer hombre más rico del mundo?

Repasemos: Gates, quien durante años fue la persona más rica del planeta, con un patrimonio que alcanzó los 100.000 millones de dólares en 1999, abandonó su cargo el 27 de junio. Ese día fue por última vez a su despacho en la sede de Microsoft en Redmond, en un gran campus rodeado de lagos y bosques en el noroeste de los EE.UU. La oficina fue ocupada por su sucesor, Steve Ballmer. Fue el punto culminante de una larga transición que empezó en 2000, cuando Gates dejó su puesto de CEO a Ballmer, y continuó en 2006, cuando designó a sus sucesores técnicos, Roy Ozzie y Craig Mundie. Hace dos años anunció que en 2008 se dedicaría por completo a la fundación que creó junto a su esposa. Pero Gates no cortó definitivamente los lazos con su compañía. Seguirá siendo presidente del consejo, queda como consultor y trabajará un día a la semana para la empresa.

¿Qué legado dejó este hombre, padre de dos hijos y que sufre el síndrome de Asperger, un desorden autístico que provoca una especie de ceguera emocional?

Para Raúl Bauer, director de la consultora Trends Consulting, uno de los grandes méritos de Gates fue masificar el uso de la tecnología: "La acercó al usuario final, eliminando barreras de raza, religión, ideología, género".

Tomás Oulton, ex gerente de Microsoft Cono Sur en las áreas de Hogar y Entretenimiento, coincide: "Bill ayudó a expandir el conocimiento y a que la tecnología estuviera al alcance de la gente común; más aun, que estuviera a su servicio". Fue "el mayor vehículo de popularización del uso de la informática de todos los tiempos", define Enrique Dans, profesor de Sistemas de la Información en el Instituto de Empresa en Madrid. "Nadie ha contribuido como él -admite- a la hora de presentar una solución al alcance de cualquiera, con un precio enormemente reducido, si lo comparamos con las herramientas de la época pre-Windows, y un entorno completamente diferente en planteamiento y amigabilidad de lo que había antes de él."

La visión original de Gates fue "una computadora en cada escritorio y en cada hogar". "Eso -señala Oulton- dicho en los 80 era algo imposible de creer. Las computadoras ocupaban salas enteras y debían ser programadas por analistas con 6 años de formación universitaria. Esa visión de Bill se alcanzó en dos décadas." En 1983 lanzó la primera versión de Windows y en 1988 ya era la primera empresa mundial de software.

Sin embargo, la fama de Gates opacó a otras personas que aportaron al desarrollo de la computación: "Lamentablemente, lo que más se divulga son las fortunas monetarias, y poco se habla de quienes realmente hicieron contribuciones revolucionarias al sistema científico-tecnológico", advierte Beatriz Busaniche, profesora de la UBA y militante del software libre. En ese sentido recuerda, entre otros, a Ray Tomlinson (creador del primer programa de correo electrónico, en 1971), Vint Cerf y Robert Kahn (desarrolladores del protocolo TCP sobre el que se sostiene Internet), Tim Berners Lee (creador de la Web), Linus Torvalds (iniciador de Linux) o Steve Wozniak (fundador de Apple junto con Steve Jobs). "Son nombres que seguramente le suenan a muy poca gente, pero que tienen los enormes méritos de habernos traído hasta donde estamos hoy en el mundo de las nuevas tecnologías", afirma.

Un gran acierto, un gran error

Gates pudo capitalizar un momento de inmensa suerte, según la definición de Dans, cuando aceptó desarrollar en 1980 el sistema operativo de las PC de IBM: como no lo tenía, se lo compró a otra compañía por 50.000 dólares, en el mejor equivalente moderno de la venta de la isla de Manhattan por 24 dólares. Así se convirtió en un fenómeno a caballo del éxito de las primeras computadoras. Luego logró superar a otros competidores que habían llegado antes que Microsoft al mercado de los procesadores de textos, las planillas de cálculo, la interfaz gráfica y la gestión del e-mail. "Los fue desplazando -explica Bauer- integrando todo y con una inversión en marketing muy fuerte."

Pero Gates no es una especie de Rey Midas, y cometió errores que pueden convertirse en fatídicos para el futuro de la compañía: "Llegó tarde a demasiadas cosas y no entendió algunas de ellas -afirma Dans-. No fue capaz de ver Internet y su enorme potencial, lo despreció, pensó que el mundo viviría mucho mejor con redes propietarias y no participó en su desarrollo inicial. Cuando quiso darse cuenta, Internet le había pasado por encima, y el foco dejaba de estar en la máquina, que dominaba, para estar en una red en la que no era prácticamente nadie."

Para el profesor español, los errores de Gates se resumen en "no haber entendido las leyes de la economía, fundamentalmente por no tener formación económica: al reducir Internet los costos de transacción y comunicación, la forma de producir software en un mercado pasa a ser más eficiente que hacerlo en una jerarquía empresarial, razón por la cual todo producto producido de esa manera acaba tarde o temprano siendo mejor que sus alternativas propietarias", como ocurre con Windows u Office, por los cuales hay que pagar una licencia a Microsoft.

¿Salida para la filantropía?

Surge entonces la duda sobre si Gates optó por abandonar su cargo para dedicarse a la filantropía o para alejarse de un mercado que ya no es como en los inicios de Microsoft. Oulton cree que el hombre que tiene una fortuna de unos 56.000 millones de dólares se retira porque "encuentra una misión más noble y con resultados superiores a los que podía obtener con Microsoft. La tecnología pierde un visionario, pero ganamos una persona que se dedicará a que la tecnología se aplique a los problemas de los más necesitados". Dans discrepa de esta visión, y advierte que Gates se retira "cuando ve que sus características como líder ya no son las adecuadas en el mundo actual. En muchos sentidos, Gates se frustra cuando comprueba que ha dejado de ser un promotor de progreso y avance tecnológico, y se ha convertido en un freno para el mismo. De hecho -remarca Dans-, al entrar con su fundación en el ámbito de la salud, exige que los proyectos que promociona económicamente compartan sus hallazgos en el más genuino modo del código abierto".

En la Argentina, Javier Bartoli Piñero, gerente de Comunicaciones Corporativas de Microsoft, explica: "Hoy las tecnologías de información y comunicación están permitiendo que sea más fácil para personas y empresas en lugares distantes comunicarse y hacer negocios entre ellos. Esta tendencia, a pesar de representar un reto competitivo para las economías, podría ayudar a que miles de millones de personas superaran la pobreza y formaran un mundo más estable, pacífico y justo. En definitiva, posibilita la inclusión social de comunidades aisladas y en algunos casos marginales. Es por eso que, recientemente, Bill Gates anunció que Microsoft renovó su compromiso con la educación, a través de nuestro programa Alianza por la Educación, al realizar una segunda inversión de cinco años que suma un total de casi 500 millones de dólares en inversiones en el programa alrededor del mundo. Nuestro objetivo es expandir los programas para ayudar a transformar la educación y poder alcanzar a más de 250 millones de estudiantes y profesores durante los próximos cinco años".

Lo que vendrá

La salida de Gates abre interrogantes sobre el futuro de Microsoft. Pese a ser una corporación de 60 mil empleados con presencia en 60 países, "Bill ha sido un líder nato cuya visión ha sido el vector o directriz de la compañía", afirma Oulton. "Si Bill decía que había que ir en una dirección, nadie lo discutía, porque pocos tenían la capacidad de mirar tan lejos", agrega este ex gerente de la compañía, quien reconoce que no está mal que su ex empleador deje de ser "una compañía billdependiente y billcéntrica para ser una corporación con decisiones de directorio". Pero advierte: "Microsoft es una compañía que necesita un líder visionario, alguien que marque un punto en un futuro no diseñado aún y que pueda trazar ese puente mitad real, mitad imaginación". Para Dans, ese lugar le correspondería a Ozzie, director de software y productos, "un hombre brillante y de su tiempo, capaz de entender los condicionantes de Internet y de un mundo construido cada vez más en torno a los servicios y la apertura".

Para el profesor español, a Microsoft "le queda mucho por hacer y decir: es una empresa con grandes ingenieros, con un gran clima de trabajo y una cultura muy fuerte y compartida por sus trabajadores. Ahora -apunta- necesita que ese mismo entorno desarrolle la capacidad de funcionar como una parte del nuevo ecosistema, porque hasta el momento se ha comportado en él manteniendo una actitud completamente predatoria, y la competencia hoy se basa en apertura, en desarrollar plataformas, y en factores que, en general, Google o Yahoo! hacen infinitamente mejor que Microsoft, que se sigue comportando como una empresa del siglo pasado".

Negocios en la nube informática

Los programas de computación tradicionales y las pautas que Microsoft controla en ese mercado resultan menos importantes cuando cada vez más aplicaciones son accesibles a través de un navegador y distribuidas a través de Internet desde gigantescos centros de datos controlados por Google y otras empresas. Este nuevo sistema es definido como "informática en nubes" (cloud computing) y el modelo empresarial que lo rige es la venta de publicidad por Internet y servicios de software. "El fenómeno del cloud computing es el más importante que vivimos en la actualidad -afirma Dans-. Y el lugar del que parte Microsoft es el peor de todos: el de ser representante de la informática del pasado, de la informática vinculada al ordenador en vez de a la Red, de tener como clientes a los vendedores de máquinas y a los usuarios simplemente como víctimas a las cuales intentar obligar a que se compren máquinas nuevas. Posiblemente pueda estar ahí, pero mi percepción es que volverá a llegar tarde, porque mantiene demasiado foco en su negocio tradicional, que permanece intocable."

Sin embargo, Oulton recuerda algunos datos que demuestran la fortaleza de Microsoft en este terreno: "Messenger tiene 800 millones de usuarios que todos los días acceden desde computadoras y dispositivos portátiles e intercambian información chateando, pasándose fotos o archivos 7 días a la semana, 24 horas por día. Los sistemas que soportan semejante tráfico no se hacen de la noche a la mañana. Microsoft tiene los elementos para competir en el mercado de la suscripción de clientes y publicidad, y debe de haber dos empresas más en el mundo con esa capacidad", sostiene Oulton.

Ante este panorama, ¿se puede concebir en el mediano plazo un regreso de Gates a la compañía que fundó? "No lo creo para nada -asegura Oulton-; en un par de años Gates estará profundamente involucrado en las actividades humanitarias de su fundación." Dans coincide: "El sabe que lo que Microsoft necesita es sangre e ideas nuevas, no invocar los fantasmas del pasado". Más cauteloso, Bauer recuerda: "Estamos en un negocio extremadamente dinámico. Todo es posible. Si me entero de que él empieza a vender sus acciones de Microsoft... te juro que lo sigo".

Por César Dergarabedian

revista@lanacion.com.ar

Cómo va a cambiar la vida de los usuarios

¿Qué pasará con nuestras computadoras y nuestras formas de comunicarnos mientras las grandes compañías realizan cambios? A continuación, una idea de lo que seguramente ocurrirá en un futuro próximo.

  • Millones de usuarios abandonarán las PC por dispositivos portátiles, como los teléfonos móviles, para muchas tareas informáticas.
  • Internet ofrecerá más alternativas a los programas de computación tradicionales, como los procesadores de textos, las hojas de cálculo y las presentaciones como PowerPoint.
  • La Red estará mucho más presente en videoconsolas, televisores y automóviles.
  • Sistemas y programas de software libre podrían alcanzar niveles masivos de adopción, como ya ocurre con Firefox
  • Google en Internet, y Apple en el entretenimiento y la telefonía, podrían convertirse en los nuevos líderes paradigmáticos del mercado tecnológico.

¿Y Steve Jobs?

Si con la salida de Bill Gates surgió la pregunta sobre el futuro de Microsoft, lo mismo ocurrió en julio de este año respecto de otro gigante tecnológico, Apple, y su máximo líder, Steve Jobs, al conocerse versiones sobre su precaria salud. Jobs, cuya rivalidad con Gates inspiró la película Piratas de Silicon Valley, de Martyn Burke, y la obra de teatro Nerds://, es el impulsor del desarrollo de objetos de culto tecnológico, como las computadoras Macintosh, el reproductor digital iPod y el teléfono iPhone. Jobs, de 53 años, fue sometido hace cuatro a una cirugía por un cáncer de páncreas. Las versiones aparecieron un mes después, cuando se lo vio muy delgado en una conferencia anual de la empresa. Apple, que primero atribuyó la pérdida de peso a una bacteria común, reiteró varias veces que la salud de Jobs era un tema personal. La falta de información por parte de la compañía, famosa por su política de confidencialidad, provocó malestar entre inversores y analistas. Es que parte de la preocupación por la salud de Jobs se debe a que Apple no tiene un plan oficial de sucesión, como sí ocurrió en el caso de Gates y Microsoft.

Melinda, la filántropa más poderosa

Melinda miró a su marido, Bill Gates, y le lanzó la pregunta: "¿Qué podemos hacer?". La mujer del hombre más rico del planeta había terminado de leer un reportaje sobre las enfermedades que causan la muerte de millones de niños. Y estaba impactada. La preocupación daba vueltas dentro de su cabeza, luego de un viaje a Zaire, donde conoció la realidad de las personas que viven ahí. En enero de 2000 se creó la Fundación Bill y Melinda Gates, que maneja cerca de 30.000 millones de dólares y cuyo rostro principal es Melinda, que a partir de entonces se convirtió en una poderosa protagonista de la solidaridad y del emprendimiento social.

En los más recientes foros económicos de Davos, Melinda Gates fue la estrella. En 2007, su conferencia sobre los microcréditos llegó a tener los asientos sobrevendidos. Habló de los programas de inmunización, de la necesidad de que la ayuda a Africa llegue a tiempo y de darle un nuevo énfasis a la educación. En el área de salud, la Fundación Gates ha aumentado su presupuesto para combatir la malaria, impulsando el desarrollo de una vacuna, de fármacos y de métodos de prevención. Pero la lucha contra el sida es el principal bastión que ha acompañado desde su inicio a la organización de Melinda. Encontrar una vacuna y distribuirla en el mundo es su principal sueño. "Es una ocasión para entregar luz en las esquinas oscuras de un mundo con sida y malaria", dijo en una entrevista reciente.

Hace años que ella colecciona importantes premios. En 2005 la revista Time la eligió Personaje del Año junto a su marido Bill Gates y al líder de la banda U2, Bono. La Revista Forbes la colocó en el puesto diez en el ranking de las mujeres más poderosas y en The Wall Street Journal ocupó el primer lugar en la lista de mujeres que tendrán un gran impacto en los negocios en los próximos años.

Nació el 15 de agosto de 1964, en Dallas, Texas. Estudió en el colegio religioso Academia Las Ursulinas, donde fue la mejor alumna de su clase. Años más tarde ingresó en la prestigiosa Universidad de Duke, donde se licenció en Informática y Economía, grado que luego complementó con un máster en la escuela de negocios de la misma universidad. En 1987 entró al equipo de ingenieros de Microsoft, donde se ocupó del desarrollo de algunos productos multimedia, como la enciclopedia Encarta y la guía cinematográfica Cinemanía.

Se sabe que su relación con Bill Gates se inició en los pasillos de las oficinas de Microsoft. Salieron juntos varios años y él, en un viaje a California, le propuso matrimonio. "Si no fuera por ella, quizá nuestra fundación no existiría", ha señalado Bill.

Viven en Medina, Washington, junto a sus tres hijos: Jennifer Catherine, de 11 años; Rory John, de siete, y Phoebe Adele, de cuatro. En aquella ciudad, cerca de Seattle, no es raro ver a Melinda en el supermercado haciendo las compras, en reuniones de padres o recogiendo a sus hijos del colegio. "Trato de mantener un estilo de vida nada pretencioso", declara. Tanto así que disfruta de sus fines de semana haciendo puzzles en compañía de su millonario esposo.

En más de una ocasión ha señalado que no descarta destinar el grueso de su fortuna -unos 47 billones de dólares- a la fundación, ya que considera que sería un gran daño dejarles todo ese dinero a sus hijos. El tiempo dirá.

Germán Romero H. EL MERCURIO/GDA

Tomado de: La Nación (Argentina), Revista

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