Por Naiara Puertas
Didat Margaix es uno de los principales expertos en tratamiento de la información, en web 2.0 -que podríamos denominar red participativa-, en OPAC social y en incorporación de las nuevas tecnologías interactivas al mundo de las bibliotecas.
–Para los no iniciados, ¿en qué consiste la biblioteca 2.0? –Es un modelo de servicios bibliotecarios donde, entre otras cosas, se busca la participación del usuario. Ya no es únicamente la biblioteca la que produce la información, sino que requiere que los usuarios colaboren en esa producción de información
–¿Y cómo puede colaborar un usuario?
–Depende de los mecanismos que haya creado esa biblioteca. Una de las cosas que se están haciendo es que sean los propios usuarios quienes recomiendan lecturas, y no sólo la propia biblioteca. También que puedan hacer sinópsis y críticas de libros con sus propias palabras y sus propias etiquetas.
–Las bibliotecas también prestan otro tipo de materiales, ¿cómo repercute en ellos la biblioteca 2.0? –El concepto no sólo afecta a los soportes físicos de la biblioteca, sean libros, CDs o DVDs. La biblioteca posee esta ‘información’ de modo patrimonial, la tiene físicamente. La biblioteca 2.0 ayuda al usuario a gestionar y disponer de información de la que no dispone físicamente, por ejemplo un periódico digital o un blog de un ciudadano. Es decir, que no se restringe al fondo de la biblioteca, sino que se amplía a las necesidades de información del usuario para su ocio o de lectura e información.
–En el caso, por ejemplo, de las críticas de libros, ¿cómo se hacen llegar a otros usuarios lo que unos crean?
–Hay varias formas. Lo más corriente a fecha de hoy sería un blog en el que proponer lecturas, pero la tendencia es a hacerlo desde el propio catálogo de la biblioteca, y que mientras el usuario esté buscando lo que necesita, pueda acceder a la información técnica producida por la biblioteca y a la información social creada por los ciudadanos.
–¿Cómo explicaría a un usuario de la biblioteca tradicional cuáles son las ventajas de esta nueva modalidad?
–Va a tener un espacio donde expresar su opinión y donde hacer sus propias gestiones y valoraciones. Tendrá la capacidad de recuperar y recordar los libros que le han gustado, o los que no. También le diría que tiene la posibilidad de acceder a información de otras personas que puede que conozca, y por ello valore su opinión, o puede que no. En todo caso, va a tener más información que la producida por la propia biblioteca. A nosotros los bibliotecarios nos gusta ser asépticos y técnicos, no entrar en juicios de valor, mientras que cualquier persona puede decir libremente lo que quiera, porque eso ya no representa la opinión de la biblioteca, sino la suya propia.
–¿La implantación de la biblioteca 2.0 es escasa? ¿Hay alguna especialmente reseñable en España?
–En el ámbito de las públicas, solemos destacar la biblioteca municipal de Muskiz, en Vizcaya. Ésta tiene de particular que desde un municipio mediano del norte de España, ha conseguido demostrar a todas las bibliotecas un montón de cosas que se pueden hacer con software gratuito y con herramientas de participación. Han sido los pioneros en este sentido. Por otro lado, los blogs de las bibliotecas públicas de La Coruña son también muy destacados.
–En su blog habla sobre los ‘bibliopunks’, ¿quiénes son?
–Es algo que ha pasado en las universidades y después se ha ido extrapolando a otras áreas. La tecnología tiene un inconveniente, y es que cuando tomas decisiones acerca de qué hacer, es muy fácil equivocarte. Muchas universidades en su momento tomaron decisiones con respecto a sistemas de gestión de información on-line. Compraron una serie de programas que luego se hicieron muy caros y económicamente insoportables para las universidades. Por eso muchos profesores emigraron a herramientas de software libre y de código abierto, y no sólo por economía, sino también por rabia, pensando en algún sentido que, si se equivocaban, sería realmente cosa suya. Por detrás está el pensamiento de que las herramientas de pago no siempre son mejores, que las herramientas gratuitas también son útiles, y sobre todo la filosofía de ‘háztelo tú mismo’, huyendo de los grandes programas comerciales. En muchas bibliotecas se tiende a utilizar herramientas gratuitas y a que cada uno elija lo que mejor le convenga.
Tomado de El Farodigital.es
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